Wednesday, November 08, 2006

Oración simple y oración compuesta (II)

Con la lengua
Alexis Márquez Rodríguez
Tal Cual

Un atento lector me escribe en relación con el artículo anterior, para expresarme sus dudas acerca de que el infinitivo sea un derivado verbal. El dice: “¿es lógico que consideremos el infinitivo como derivado del verbo cuando él en sí es el verbo?”.

La duda es razonable. En realidad, el que el infinitivo, el participio y el gerundio sean lo que algunas gramáticas llaman derivados verbales no significa que deriven del verbo en el sentido con que comúnmente se entiende esta expresión.

De hecho son formas verbales, y en su uso participan de varios de los rasgos propios del verbo. Por ejemplo, tienen sujeto y pueden llevar complementos del verbo. Pero no son verbos.

La denominación derivados verbales no es muy precisa, por lo que se han propuesto otras, pero ninguna con la suerte de esta.

Esa denominación fue formulada por don Andrés Bello en su Gramática, y ha corrido con fortuna. Bello dice, en efecto: “Llamo derivados verbales ciertas especies de nombres y de adverbios que se derivan inmediatamente de algún verbo y que le imitan en el modo de construirse con otras palabras.

No hay más derivados verbales que el infinitivo, el participio y el gerundio”.

El que estas categorías sean formas del verbo no significa que sean verbos. No lo son, porque lo característico y definitorio del verbo es que puede conjugarse, y el infinitivo, el participio y el gerundio no son conjugables.

Por ello otros prefieren llamarlas formas no personales del verbo, como en el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, publicada por la Real Academia en 1973. Aún más acertadamente se les llama también formas no conjugables del verbo.

Bello formula así mismo la idea de que los derivados verbales son nombres y adverbios, principio admitido y ampliado prácticamente por todos los gramáticos, que refuerza la idea de que no son verbos.

En el Esbozose afirma, en efecto, que “El significado más general que corresponde a cada una de estas formas no personales puede definirse diciendo que el infinitivo es un sustantivo verbal; el gerundio, un adverbio verbal; y el participio, un adjetivo verbal. (...)

Además de ser formas no personales, tienen en común no expresar por sí mismas el tiempo en que ocurre la acción, el cual se deduce del verbo de la oración en que se hallen, de los adverbios que los acompañen y de otras circunstancias de la elocución...” .

En conclusión, lo de derivados verbales, especialmente en el caso del infinitivo, debe admitirse como una convención, y no tomar al pie de la letra la idea de que son derivados verbales porque derivan del verbo, en el sentido tradicional con que gramaticalmente se entiende el vocablo derivar.

He hecho esta aclaratoria antes de continuar hablando de las oraciones simples y oraciones compuestas, tanto en virtud de la consulta que se me hiciera, como porque dicha explicación se fundamenta, como dije en el artículo anterior, en que toda oración simple se forma alrededor, o sobre la base de un verbo en conjugación, lo que deja fuera los llamados derivados verbales, que no son verbos propiamente dichos, puesto que no se pueden conjugar.

De todos modos, más adelante dedicaré uno o más artículos a exponer el concepto de derivados verbales, que aquí sólo he tratado de paso.


Léalo en:
www.talcualdigital.com

Tuesday, November 07, 2006

Muhammad Yunus. El Nobel de los pobres

Real Vela
rvela@laverdadesdemiguel.com.ve
Omaira Zabib
ozabib@laverdadesdemiguel.com.ve


Desde la creación del Premio Nobel en sus distintas categorías, tanto científicas como humanistas, se han suscitado varias controversias, puesto que las personas que deciden quién lo merece y quién no es un simple jurado. El mérito de este premio, se supone, es que debe otorgárseles a personas u organismos que han brindado su aporte en beneficio de la humanidad con fines estrictamente pacíficos. Sin embargo, en repetidas ocasiones se les ha conferido a individuos que tienen prontuario criminal –son responsables directos de la muerte de miles de personas y corresponsables en guerras intestinas-. Un ejemplo, el Premio Nobel de la “Paz” dado a Henry Kissinger y a otros destacados señores de la guerra.

Contrariamente, cuando una indígena guatemalteca ganó el Nobel de la Paz por su libro Yo, Rigoberta Menchu, varios intelectuales norteamericanos declararon que estaba fundamentado en mentiras y que el premio debería ser retirado. Uno de sus defensores fue Eduardo Galeano, quien escribió: “Yo me pregunto si el Premio Nobel se merece a una mujer como Rigoberta”. Y Galeano no se equivocó. Los premios no son más grandes que las buenas obras de los hombres.

Durante los últimos cinco años hemos leído a través de los medios de comunicación sobre una doble postulación en Economía y Paz a un bengalí, Muhammad Yunus, quien nació en Chittagong, el 28 de junio de 1940. Estudió economía, se desempeñó como catedrático en Estados Unidos y luego regresó a su país para seguir ejerciendo la docencia, además de haber asumido el cargo de director del Departamento de Economía Rural en Bangladesh, que es uno de los países más pobres del mundo –de hecho, las cifras alarmantes lo situaban en un submundo, los pobres entre los pobres-. Yunus toma conciencia en una de sus tantas clases y se pregunta para qué sirve una Cátedra de Economía si allende a sus muros, millones de personas estaban sumidas en la más grande de las exclusiones. Comenzó, entonces, sus prácticas de las leyes económicas, como todo buen estadista, sepultando la burocracia y partiendo de un principio elemental: el factor pobreza en sí mismo agota la capacidad de respuesta a la salida de la crisis, bien personal o familiar. Los pobres tienen el don de la paciencia de Job: nunca se cansan de pedir asistencia, pese a las escasas respuestas de los sistemas.

Yunus aplica una variable a la inversa: los visita personalmente y los ayuda en su mismo sitio de trabajo o vivienda sin mayores complicaciones. Un pequeño préstamo “sin garantías”, una huella digital o firma, un periodo de gracia, el retorno del capital y la garantía de un nuevo microcrédito con la finalidad de crear un trabajo independiente. Desde 1974, empezó una forma de organización social que llamó “gobierno rural”, llevando a que el Gobierno bengalí lo adoptara de manera oficial, con los resultados positivos en su lucha contra las leyes del mercado. Y creó, a pesar de toda negativa de ayuda de la banca comercial, el Banco Grammen o Banco Rural.

Con Yunus, según Hernán Morero, comienza “una discrepancia sobre si el acceso al crédito debe ser considerado como uno de los derechos humanos”. Con las políticas de este singular banco emergieron de la pobreza más de 4 millones de personas, mayoritariamente mujeres (artesanas, cocineras, costureras), quienes respondieron con el reembolso por el beneficio que lograron brindar a sus hijos. El banco de los pobres ahora tiene un capital donde todos son socios y están comprometidos no sólo con la prosperidad familiar, sino también con su entorno rural, donde las obras de infraestructura son un compromiso de la comunidad a través del proceso autogestionario.

Cuando fue galardonado con el Premio Simón Bolívar, en 1996, afirmó: “El crédito solidario concedido a aquellos que nunca habían pedido un préstamo, refleja el enorme potencial sin explotar que tiene cada ser humano”. Las millones de personas que han sido beneficiadas saben que la banca tradicional jamás les hubiera entregado un crédito sin garantías. Entonces se conformaron grupos de 5-6 personas, donde ellas mismas garantizan el pago; si una de ellas no paga, los demás responden por la deuda. Mientras organismos como el Banco Mundial, que aporta menos del 1% a los pequeños créditos, destinan el resto a la ejecución de proyectos de infraestructura. Ahora bien, el fenómeno de los microcréditos ha demostrado, a partir de Yunus, que es el más efectivo para erradicar la pobreza. Con sus políticas, las “ayudas y donaciones” han disminuido considerablemente.

Un artículo de El País, de Ana Carbajosa, titulado “Internacional Créditos, no limosna”, dice: “Lo que en 1976 empezó siendo un experimento del economista bengalí Mohamad Yunus, que decidió demostrar que los pobres pagan antes y mejor, ha acabado funcionando. En 2004, los microcréditos han sacado de la pobreza a 274 millones de desposeídos, cerca del 68% de ellos con ingresos inferiores a un dólar diario. Una cifra que iguala a las poblaciones de Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Irlanda y Suecia juntas. La mortalidad infantil entre los beneficiarios ha descendido en 37% y la tasa de recuperación del crédito ha alcanzado 98%”.

Una de las claves del éxito ha sido prestar preferentemente a mujeres. “El 82% de los clientes de estos bancos son mujeres, porque ellas son mejores pagadoras, se preocupan más por el futuro de su familia y por la educación de sus hijos, son clave en el desarrollo de sus países”, asegura Carmen Velasco, directora de Promujer, una de las experiencias de microcréditos más exitosas de América Latina. Y sentencia: “Paradójicamente, estas experiencias demuestran que una vez que se cierra el grifo de la asistencia, empieza el verdadero desarrollo. Por eso, en el informe sobre el estado de los microcréditos de 2004 se propone llegar a los 1.200 millones de personas que viven con menos de un dólar diario, para poder alcanzar el objetivo del desarrollo del milenio por el que más de 100 jefes de Estado se comprometieron: reducir en 50% la pobreza mundial para el año 2015”.

Unos 700 parlamentarios de Reino Unido, Canadá, Japón, Australia, India y México ya han pedido a las instituciones multilaterales que incrementen su gasto en proyectos de microcrédito. De momento, la ONU declaró 2005 el Año Internacional del Microcrédito en un intento de que los desposeídos pasen de luchar contra la globalización, a pelear por hacerse con un trozo del pastel”.

Finalmente, en la lucha emprendida contra la pobreza, Yunus y su banco recibirán el Premio Nobel de la Paz, “por su lucha para lograr una economía justa para las clases pobres”. Este galardón obtuvo el beneplácito y reconocimiento internacional, por su lucha a favor de la inclusión social.

Con el premio, según la agencia Efecom, de Noruega, “el Comité Nobel ha lanzado este año un mensaje contra el neoliberalismo y la globalización desenfrenados”“La paz duradera no puede lograrse si no se consigue abrir un camino para que una amplia parte de la población salga de la pobreza”, señaló el Comité en su veredicto, que cayó de sorpresa. Y señaló: “Los microcréditos se han convertido en una importante fuerza de liberación en sociedades en las que las mujeres tienen que luchar contra un entorno social y económico represivo”.

Las mujeres que toman los préstamos, que se diferencian de todos los demás tipos de créditos por no requerir avales, suelen ser personas sin tierras. Las solicitantes forman grupos de cinco y son las dos mujeres más pobres las que reciben primero el crédito. Una vez que éstas empiezan a devolverlo, lo reciben las restantes tres. De esta forma se crea una especie de red de apoyo que a la vez ejerce presión, lo que explica la elevadísima cuota de devolución del 97%. “Cada individuo en la tierra tiene el potencial y el derecho de vivir decentemente. Yunus y el Grameen Bank han demostrado que hasta los más pobres de entre los pobres pueden trabajar para salir adelante”, enfatizó el Comité.

Cuando Yunus fue notificado respondió: “Es un premio para las mujeres y para todos los que han recibido un microcrédito en el mundo”. Siendo postulado desde hace varios años al Nobel de la Paz y Economía, dijo que “la economía y la paz están directamente relacionadas. Los problemas en gran parte del mundo están causados por razones económicas. El Nobel de la Paz es lo más grandioso, simplemente fantástico para nosotros, el Grameen Bank, para Bangladesh y para los pobres de todo el mundo”.


http://www.lasverdadesdemiguel.com.ve/articulos.php?id_columna=27&ejemplar=130

En el Teatro Municipal 35 años de Serenata Guayanesa

Gustavo Merino Fombona


La algarabía de la ciudadanía caraqueña en el Teatro Municipal de Caracas fue gigantesca, con la presentación del grupo popular Serenata Guayanesa, agrupación representativa de la cultura musicológica de la zona oriental de Venezuela y gentilicio artístico de alto querer del pueblo de Venezuela, en generaciones, regiones, estados, pueblos, caseríos y rincones del terruño nacional.

Uno de los equipos musicales folklóricos de mayor renombre y de proyección internacional en la historia musical venezolana ha sido y es, sin lugar a dudas, Serenata Guayanesa. Las cuatro personas, cantantes preclaros y genios armónicos más conocidas son: Mauricio Castro, Miguel Angel Bosch, Iván Pérez Rossi y César Pérez Rossi. Navíos melodiosos que han encaminado, de modo creador constante y de productividad ejemplar y amable, a la composición de sonidos con conceptos de la fauna, de la flora, del hondo paisaje venezolano, del manejo psicológico del sentir popular del venezolano para viajar desde una mano luminosa durante 35 años, edificando a Serenata Guayanesa.

En agosto de 1971 fue la génesis del primer disco patrocinado por la Gobernación de entonces, en el marco de la Feria de la Zapoara. Seguidamente vinieron los grandes éxitos de Casta paloma, El sapo, La mula y El calipso del Callao. Ahondaron en la búsqueda de aportes cognitivos del sentir de lo local a partir del estudio, la escolástica, la investigación de la cultura vernácula en Venezuela, dirigiendo sus creaciones a la captación de las comunidades infantiles y abrazadas simultáneamente por todo el pueblo venezolano. La identidad con la comunidad infantil se origina en 1977, cuando asistieron a la exposición Juegos y juguetes para niños, que realizó el Museo Nacional de Folklore. Las producciones de música que se oían al fondo eran de factura española y reconocidas a nivel mundial, tales como: Tengo una muñeca, El cochecito, El payasito, Palomita blanca, Arroz con coco, La pájara pinta, entre otras. De aquí les nació la musa incontenible para la revelación de las energías del ingenio y mencionaron la idea de canciones para los donceles, como proyecto soñador. La lectura y la reinstrucción sobre autores que escribieron para los niños y niñas como inspiración maravillosa, los modeló para unir estas corrientes literarias infantiles con la fonética mística y musical de la naturaleza venezolana. Cancioneros como La pulga y el piojo, La botellita, A la una, Este niño Don Simón, El papagayo y Estribillo de los juegos se lograron con vuelo de cima, contagiando de un placer celestial a infantes y adultos.

Entre compositores, cantantes, arreglistas, poetas, cuentistas, maestros de la guitarra, de la mandolina, del violín, del acordeón y del cuatro, instrumento amado de Venezuela, se han mostrado al mercado varios discos mágicos, preñados del amor que se encuentra en la universalidad de la conciencia de los lenguajes basados en filosofías sencillas y sentidas por la mayoría de los habitantes e impregnados del torrente de la unidad de los seres vivos, faunas, floras, humanos, en el hogar del compartir y el escenario de la vida, atestiguada por la cordialidad de la vivencia, la sapiencia y la convivencia.

Múltiples uniones por el camino de las líricas provenientes de las palabras y los intersticios de las luces hechas voces han sido llaves de apertura a las almas ciudadanas, ávidas de lo que vuela como golondrinas en cuentos humanos ilimitados por los capítulos de la imaginación, la amistad y el calor de la divinidad.

Los 35 años de Serenata Guayanesa en el Teatro Municipal de Caracas, celebrados bajo el patrocinio de Fundapatrimonio-Alcaldía de Caracas y el señorío copatrocinante de la empresa privada por Movistar y el equipo artístico Arte-Integración, se realizaron en el Municipal con un lleno total, gratuidad y seguridad. Fue uno de los episodios superlativos de la alegría, la felicidad y la querencia entre un pueblo por la adoración a su teatro histórico reconocido y la pasión espiritual por el patrimonio artístico de Serenata Guayanesa, elaborando una confluencia de oleajes en cantos, lágrimas incontenibles de afectos abiertos, donde las venas y los corazones eran abrazos convertidos en dioses de vientos y calidez, demostrando lo cristalino de la venezolanidad.


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Monday, November 06, 2006

Tecnologías reducen 'esclavitud' plancha, antiguo indicador clase

Nuevas tecnologías, como una máquina con apariencia de armario capaz de secar y alisar la ropa recién salida de la lavadora, hacen menos 'esclava' la tarea del planchado, una práctica que se remonta a la Antigua Grecia y que servía para diferenciar a las clases altas de las bajas.


Según los datos de los historiadores de la moda aportados por una de las empresas del sector, fue en el siglo IV antes de Cristo cuando los griegos comenzaron a utilizar una especie de barra de hierro cilíndrica calentada para alisar y marcar los pliegues sobre la ropa de las clases adineradas.

En esta época los esclavos eran los responsables de realizar el duro trabajo de formar los plisados de las prendas, un indicador de la clase social, cuya función se mantuvo durante la civilización romana y que continuó en la China del siglo I después de Cristo, mediante el uso de sartenes de metal rellenas de carbón.

También los vikingos en el siglo X valoraban las prendas exentas de arrugas y empleaban una pieza de hierro en forma de hongo invertido que movían adelante y atrás sobre la tela húmeda.

En la actualidad, aunque el planchado ha dejado de ser un indicador de clase, es una costumbre arraigada en la sociedad que puede hacerse menos 'esclava' gracias a la automatización del proceso.

Un nuevo dispositivo permite al usuario colgar la ropa mojada en perchas en su interior y realiza 'prácticamente solo' las funciones de secado y planchado mediante vapor y aire caliente.

Según explicó a Efe José Ignacio Gaytán, gerente de negocio de la división de planchado de la empresa fabricante, los nuevos aparatos ahorran tiempo y esfuerzo al usuario y traen 'una alternativa' a la plancha eléctrica convencional, que empezó a utilizarse a principios de siglo XX, tras la llegada de la electricidad a las casas.

Además, apuntó, los avances liberan al usuario de una tarea que suele resultar 'muy engorrosa' y que se 'democratizó' cuando en 1926 se inventó la plancha de vapor en Nueva York.

La responsable de Márketing de la división de planchado de otra de las compañías que acaba de sacar novedades al mercado, María Antonia Lanuza, explicó a Efe que el objetivo principal de los creadores de las nuevas planchas es 'hacer fácil una tarea doméstica que históricamente ha sido difícil'.

Su diseño consta de una tabla móvil con una funda de material ignífugo, similar al que se emplea para los uniformes de los bomberos o los pilotos de Fórmula 1, y es capaz de alisar los tejidos con sólo apretar un botón, que activa un 'disparador de vapor'.

En opinión de Lanuza se trata de un ejemplo más de la evolución que han experimentado los sistemas de planchado, 'muy valorados en la actualidad porque el interés de la sociedad por cuidar la estética ha crecido en los últimos años'.

http://actualidad.terra.es/ciencia/articulo/tecnologias_reducen_esclavitud_plancha_antiguo_1187880.htm

Freud y la creencia

"Como a nadie se le puede forzar para que crea,
a nadie se le puede forzar para que no crea"
Sigmund Freud

Quemaduras. Cómo tratarlas.

En un curso de ASPIRANTES A BOMBEROS enseñaron que cuando se produce una quemadura, sea esta de la extensión que fuera, el primer auxilio es colocar la parte afectada debajo de agua fría corriente hasta que el calor disminuya y pare de quemar las capas de piel y después, pasar clara de huevo, levemente batida (sólo para que sea más fácil de aplicar).
La semana pasada, al calentar agua, un amigo la dejó hervir demasiado; ya estaba en ebullición y cuando agarró la olla para tirar el agua, se quemó una gran parte de su mano porque el agua hirviente se derramó cuando trataba de mover el recipiente. Colocó entonces la mano debajo del agua fría, bastante tiempo para evitar el calor inicial, aunque el dolor era muy fuerte. Luego, rompió 2 huevos y separó las claras batiéndolas un poco, y lo aplico sobre la parte quemada. Su mano estaba tan quemada que, en cuanto colocaba la clara encima de la piel esta se secaba y quedaba una película que después se enteró, era colágeno natural. Estuvo por lo menos una hora colocando capa tras capa de claras en la mano. Por la tarde, no sintió más dolor y al día siguiente apenas había una marca rojiza-morada donde se había quemado. Pensó que quedaría con una cicatriz horrible, pero para su sorpresa, después de 10 días estaba sin ninguna marca de lo acontecido, ¡no tenía NADA! Ni el color de la piel cambió; esa parte quemada, se recuperó totalmente por el colágeno existente en la clara de los huevos que en realidad, es una placenta y está llena de vitaminas. Siempre puede existir alguien que necesite este mensaje.
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